Rotunda y albina amiga silenciosa que con su luz ilumina las visiones de los nefelibatos náufragos... en firmamentos profundos de sobrecogedora negrura brindas a los oprimidos un hálito de sosiego o el más angustioso y frío delirio... testigo lejano en las esquinas de océanos incorpóreos que inundan los pesares, los horrores... los amores... reflejo y refresco de luces propias de astros mayores... algo de tu soberanía solemne resuena y guía en el despojo que cruje tras los músculos como un percusivo esqueleto que sostiene contra toda regla a quien ha perdido la fantasía que le alimentaba y vive soñando despierto, surcando pesadillas empotradas en la sofocación constante e inclemente que sólo es comprensible para quienes no logran conciliar la cordura pues se les ha escapado al perderse en sus carencias.
Sabes bien, dama circunspecta y lejana, habitante de los lamentos secretos...sabes que hay un fenómeno herido, que se encuentra hundido, completamente abandonado a su locura infinita... luchando por permanecer en un mundo al que no pertenece... como un navío olvidado y sin rumbo... como un desquiciado bajo esta escalofriante monarca celestial, implorando a la sapiencia del desamparo y libando el ácido del destierro para que iluminen las incesantes horas que rasgan los nervios como los puñales de las palabras vacías, como las espinas de las promesas rotas, como la cicuta del cariño rancio en afectos inexistentes...
¿Acaso también oyes en la quietud y las bellas tinieblas, en la penumbra y la oscuridad el cantar de las musas infames, incitando a los condenados a disfrutar de su pena?
¿Acaso percibes el almizcle de muerte que ronda en quien no comprende ya la dicha pues todo le brinda un sabor nauseabundo?
¿Acaso también ansias hallar refugio en la clara majestad astral y su perenne misterio intangible, plácido e imparcial?
Si no lo haces, en tu inconmensurable belleza de irresistible feminidad... sonrie como la más macabra hechicera, pues tu magia aún resuena tras los párpados que cubren universos en donde aún habitas, y tras el cobijo de la oscuridad no hay escape para el horror del proscrito reo que ha sido expulsado del edén...
El caos reina como indescifrables vicios mascullando abominaciones...Lunar abrigo para el forastero en su extravío...
Mientras el abrazo fantasmal aún oprime incesante... el anhelo rebosa al fatigado, y la atrocidad de existir asfixia el todo, la avidez crece como el inflanqueable cosmos desconocido...
Bella y multiforme monstruosidad que continuará perturbando por siempre a la materia inerte de quien desconoce su propio deceso, siguiendo siempre al faro que en su inmensidad debe también alumbrar esmeraldas miradas en latitudes anónimas.
Y aún bajo el faro astral tan enignmática y oculta es tu tez como el rostro oscuro de la luna...
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Gustavo Sierra Hernández