[...] lo sublime suscita complacencia, pero con horror; lo bello origina también una sensación apacible, pero que es alegre y risueña... la noche es sublime, el día bello... Lo sublime conmueve, lo bello encanta... La afección de lo sublime es más poderosa que la de lo bello, sólo que la primera sin la alternancia o el acompañamiento de la segunda fatiga y no puede disfrutarse por tanto tiempo. (Domínguez, 2002, p. 46)
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GuTs!
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