Somos seres lánguidos y prostituidos,
Leves ecos de recuerdos diluídos.
Y veo en la inmundicia de la humanidad...
tanta belleza y misterioso arte en su oscuridad.
Somos los pecados de nuestros parientes,
y también de nuestras espinadas amantes,
Reflejos ondulantes y sentientes...
recipientes con memorias de rostros intangibles,
perdidos en tiempos lejanos y horribles,
pinturas de décadas y horas congeladas
que se inmiscuyen en las vetas descuidadas.
Somos los daños colaterales inesperados,
pesadillas en los anhelos resguardados.
Y yo... ¿qué puedo ver al observar en las sombras?
Soy un cegado lascivo más en este laberinto,
sólo un cortesano amante proscrito...
Y ante el paso de los años naufrago,
Con insistencia copiosa y circular divago.
Parias enmascarados veo en las multitudes,
Seres rotos sonrientes en sus ilusorios ataudes...
Bajo la luz de sucios faroles mundanos,
la penumbra dibuja fabricados rostros malsanos.
Y veo en la inmundicia de la humanidad...
tanta belleza y misterioso arte en su oscuridad.
Admiro a los ebrios y a los pilotos,
que vuelan surcando cielos remotos.
Admiro a los seres perdidos y destruídos,
a los melancólicos y a los sórdidos.
que en mínimos ropajes de pérfidas doctoras
ofrecen mordaces brevajes y placebos frívolos,
drogas momentáneas para pacientes díscolos.
Admiro a los ignorantes que en plácida felicidad
Ignoran su infinitamente desdichada realidad,
Igualmente admiro a quienes su pena conocen
y que con obsesiva pasión masoquista le ven.
Y veo en la inmundicia de la humanidad...
tanta belleza y misterioso arte en su oscuridad.
en la luz del astro nocturno y sus miradas dramáticas...
Me pierdo en la negrura y la tranquila singularidad,
en las formas solemnes de la lúgubre y fría ciudad.
Encuentro inquietante y fascinante la dualidad,
esa inquebrantable cualidad de la humanidad...
Veo nuevos tonos ocres en las mortajas y en la suciedad,
pintan los ambientes y perfuman con hedor la sociedad.
Encuentro piezas de la mezquindad de la sobriedad
Cuando veo la algarabía de los inmersos en la ebriedad,
Sonrientes ordas de semi inconscientes escapistas,
Asquerosas masas titubeantes de torpes velocistas
que huyen de su absurda y punzante cotidianidad.
¡OH! qué gran festín es esta monstruosidad...
en los arcoíris de furiosa e implacable negatividad
siempre hay también tonos de cruda simplicidad,
tanta belleza y misterioso arte en su oscuridad.
Gustavo Sierra Hernández
20180319
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GuTs!
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